viernes, 27 de marzo de 2009

Don Guillermo: el Abuelo; mi abuelo.

Hace 95 años en Bilbao, nacía, en la calle Dos de Mayo, Federico Guillermo Grijelmo Ribecchini. Hijo de Federico Grijelmo Echeverría, un conocido impresor bilbaíno, y Mercedes Ribecchini Pistoressi, italiana. Educado en los valores distintivos de la burguesía bilbaína, fue un liberal convencido y un trabajador pertinaz, además de políglota. Fue asimismo un empresario emprendedor, que nunca dejó de estudiar las nuevas posibilidades que le ofrecía el mercado. Ilustrado convencido, vivió obsesionado con la formación académica. Muestra de ello es que sus hijos e hijas cursaron estudios universitarios. Pero no sólo eso, sino que también pasaron épocas fuera de Bilbao estudiando otros idiomas, tal y como él hizo en su juventud. Guillermo, estudió francés en un pueblito cercano a Angoulême (Fléac), inglés en Londres, alemán en Leipzig e italiano en su familia.

Fue en su juventud cuando su vida dio un cambio brusco. En la época en la que cursó Comercio en la Cámara de Comercio de Bilbao, su padre falleció en un accidente de tráfico en la provincia de Burgos, paradójicamente donde se sitúan las raíces de su apellido, y el joven Guillermo tuvo que tomar las riendas de la empresa familiar (Artes Gráficas Grijelmo), a la que lanzó al mundo. Consiguió reunir, según el artículo de historiadora bilbaína María Jesús Cava, a tipógrafos, encuadernadores y litógrafos en una misma empresa que, según relata, hacía unos trabajos excelentes. Estos éxitos le llevaron a publicar la revista del Gobierno vasco (Gudari), en la Guerra Civil, y posteriormente a fabricar la Lotería Nacional en el año 39, entre los trabajos más visibles. Su buen hacer le llevó a presidir en Consejo Nacional de Artes Gráficas en 1969 y de 1970 a 1978 estuvo en la Directiva de la Federación Internacional de las Artes Gráficas, lo que llevó a conocer a ilustres personajes como Rodolfo Martín Villa y Manuel Fraga Iribarnegaray. También creó editoriales como la célebre Durvan, Neguri, Deusto y Urmo o empresas como Prisma, ahora absorbida por Sun Chemical.

Dejando a un lado sus logros personales, su empresa llegó a tener unos 500 empleados. Esto dio de comer a mucha gente y, por consecuencia directa, trajo mucho dinero a Bilbao. En los años de posguerra, sumidos en una autarquía económica que sumió a la técnica en un estancamiento total y en la que el progreso era una quimera, Guillermo apostó por Bilbao. Aún más, apostó por la innovación. Buscó siempre las mejores máquinas y la mejor preparación. Aunque parezca extraño, envió empleados al extranjero a formarse en la utilización de máquinas que en aquella época, y en aquel contexto de estancamiento, eran un sueño para cualquier empresario vasco. Más tarde, ETA político- militar se cruzó en su vida. Guillermo extorsionado estuvo y sin escoltas anduvo, a pesar de extremar las medidas de seguridad él y sus hijos. Nunca hizo jugo de ello.

Don Guillermo: el Abuelo; mi abuelo, fue un hombre adelantado a sus tiempos. Creía en el trabajo y en el estudio, principios de los Ilustrados, pero sobre todo en la dedicación personal. Fue uno de esos hombres imprescindibles en la Historia de Bilbao. Uno de los que, sin meter ruido, ayudan a construir país. Su labor en las Artes Gráficas fue vital en una época no apta para emprendedores. Él trajo progreso y prosperidad a una ciudad derrotada por la Guerra Civil. Mi abuelo, fue un hombre parco en palabras, quizás para algunos hasta distante, pero cariñoso con su mujer Merche, a la que amó locamente. Al igual que quiso a sus hijos y nietos, a los que nos infundó el trabajo personal. Puede que durante la mayor parte de su vida no lo mostrase, pero su senectud le volvió más cariñoso. El fallecimiento de su mujer, mi abuela, me enseñó que hasta los hombres más fuertes, pueden caer destrozados. Y es que mi abuelo vivió una vida muy dura; enterró a dos hermanos pequeños, a su padre, a su madre, a sobrinos, a una hija y hasta a algún nieto prematuro. Y supo levantarse, salvo con su mujer.

Va aquí mi homenaje personal a mi abuelo. Un hombre al que siempre he admirado, del que, en sexto de primaria, hice aquel trabajo que ha borrado el tiempo, pero en el que mostraba mi admiración. Para mí fue un hombre cercano, ya que siempre pude departir con él porque la naturaleza me dio un timbre de voz que traspasaba su sordera, lo que me hizo aprender mucho.

He aquí mi homenaje escrito para Don Guillermo: el Abuelo; mi abuelo.


PD: Nueva reflexión sobre Euskadi

5 comentarios:

Nerea dijo...

Hombre, no creo que tu abuelo tuviera predilección por ti porque tu timbre de voz le era audible... jajaja. Muy bonito.

Jokin dijo...

Ojala algún día mi nieto escriba algo así.

Hahaha.

Jon dijo...

Nerea: No sé si tenía predilección por mí, pero me oía por mi timbre de voz.

Jokin: cría nietos con blog que estén aburridos, y tendrás tu entrada.

juan carlos dijo...

Siempre fui un admirador de la pujanza económica y prosperidad de Bilbao.
Mi primer diccionario infantil, fue impreso en Grijalbo, y acabo de descubrir un soberbio misal de mi madre tambien hecho en la calle Uribitarte 4 de Bilbao.
A ti como orgulloso nieto, te mando un saludo de reconocimiento desde la lejana Buenos Aires.
Juan Carlos desde Ultramar

Anónimo dijo...

Gracias Jon por escribir acerca de Federico. Me ha ayudado a conocer un poco más la historia de mi familia puesto que era mi bisabuelo.